sábado, 28 de octubre de 2017

El Dorado (El Dorado, 1967)

Retomando el esquema de uno de sus trabajos anteriores (Río Bravo, 1959), el director Howard Hawks nos ofrece una nueva visión de su manera de entender el “western”, con el compañerismo, la dignidad y el humor como vehículos conductores en una película que, a pesar de ciertos estereotipos, se nos presenta fresca y sumamente entretenida... además de contar como protagonistas a dos de los actores más carismáticos del género. Hoy nos dirigimos hacia...

El Dorado


Ficha técnico-artística:
Título original: El Dorado.
Año de producción: 1967.
Director: Howard Hawks.
Producción: Howard Hawks, Paul Helmick.
Guión: Leigh Brackett. Basado en la novela de Harry Brown (“The Stars in Thier Courses”).
Fotografía: Harold Rosson.
Montaje: John Woodcock.
Música: Nelson Riddle.
Reparto: John Wayne, Robert Mitchum, James Caan, Charlene Holt, Paul Fix, Arthur Hunnicutt, Michele Carey, R.G. Armstrong, Edward Asner, Christopher George.
Género: Western.
Nacionalidad: Estados Unidos.
Duración: 121 minutos.

Sinopsis:
El pistolero Cole Thornton regresa a El Dorado para entrevistarse con el ranchero Bart Jason que le ha hecho una interesante oferta. Allí se encuentra con un antiguo amor y con su amigo, el sheriff J.P. Harrah, que lo previene sobre las intenciones de Jason, dispuesto a todo para quedarse con las tierras de los MacDonald, unos modestos y honrados ganaderos. En una escaramuza, Thornton mata por error al más joven de esta familia y abandona el pueblo para olvidar el triste incidente que además le ha dejado una bala alojada cerca de la columna vertebral. Meses después, Thornton consigue evitar que los hombres del pistolero McLeod, que se dirigen a El Dorado contratados por Bart Jason, maten al joven “Mississippi”, en cuya compañía va en ayuda del sheriff, alcoholizado por culpa de un desengaño amoroso... Un lisiado, un borracho, un joven inexperto y un viejo cascarrabias deberán hacer frente al organizado ejército de Jason...


Tráiler de la película.


Comentario:
A pesar de su avanzada edad (contaba 71 años cuando realizó este film), el director Howard Hawks demuestra un excelente estado de forma para dirigir esta entretenida película. Retomando el tema que había tratado en Río Bravo (1959), Hawks vuelve sobre temas recurrentes en su filmografía como son el compañerismo, el honor, y la pérdida y recuperación de la dignidad (hombría dirían algunos). Sin embargo, a diferencia del film anterior, en El Dorado, Hawks opta por descargar la tensión dramática con dosis de humor sacadas de un guión excelente (aunque cargado de tópicos) y a la complicidad de un grupo de estupendos actores en estado de gracia. De hecho, el autor de la novela en la que se basa el guión de la película no aprobó los cambios realizados para su adaptación a la gran pantalla ya que disminuían en gran medida la carga trágica de su obra. Viendo el resultado, me da la impresión de que Hawks no estaba equivocado.

Bonitos títulos de crédito (El Dorado, 1967).


Como es habitual en el estilo de Hawks (algo normal en el Hollywood “clásico”), predomina el argumento sobre la forma narrativa. Sin embargo, esto no demuestra incompetencia si no que acrecienta el excelente dominio del arte cinematográfico que poseía este director. Por ejemplo, la presentación del personaje de “Mississippi” demuestra cómo se planifica una secuencia de acción a la vez que define la psicología de los personajes. En esta secuencia conocemos gran parte del carácter impulsivo de “Mississippi”, la tranquilidad y cortesía amenazadora del pistolero McLeod y los principios morales del personaje principal, Cole Thornton. A través de planos medios se nos muestra la situación de los personajes y su lenguaje corporal y visual, así como los cortes incisivos creados a través de un preciso montaje nos trasladan a la acción de la venganza de “Missisippi” y a la intervención de Thornton.

Introducción del personaje de "Mississippi" (El Dorado, 1967).


Dentro de los aspectos técnicos de la puesta en escena, la excelente fotografía del veterano Harold Rosson (retirado en 1958 tras 43 años en la industria pero al que contrataron específicamente para este proyecto) y el preciso montaje de John Woodcock, contribuyeron enormemente al resultado final. En el caso de la fotografía, partiendo de tonos claros y vivos, el largometraje se sumerge en un aureola de oscuridad tras el regreso de Cole Thornton a El Dorado después de varios meses del incidente con el hijo menor del ranchero MacDonald. De este modo, el director es capaz de expresar visualmente la pérdida de la dignidad del sheriff, el desconcierto de Thornton y la inexperiencia de “Mississippi”... así como el humor negro del viejo Bull. Por el contrario, los rostros de los actores quedan perfectamente nítidos e iluminados y los colores son extraordinariamente vivos. Por otra parte, el montaje realizado permite obtener un ritmo narrativo de gran viveza que no da lugar al aburrimiento en el espectador, destacando las secuencias de acción, con numerosos cortes y planos muy breves de cierta espectacularidad, como se ejemplifica en el caso del tiroteo dentro de la iglesia. Otro aspecto de peculiar importancia es la sobriedad de los decorados, que centra al espectador en los actores y la acción que se está desarrollando pero que, a la vez, lleva la atención a determinados objetos que poseen una trascendencia determinada para la evolución de las secuencias.

John Wayne y Robert Mitchum, dos emblemas del western (El Dorado, 1967).


El cuarteto protagonista: John Wayne, Robert Mitchum, James Caan y Arthur Hunnicut (El Dorado, 1967).


¿Y qué decir del reparto? Cuando se cuenta con dos de los actores más carismáticos del “western”, como son Wayne y Mitchum, uno no puede fallar ya que la propia imagen de los intérpretes aporta la personalidad de los caracteres que interpretan. De hecho, Wayne da la talla como el pistolero Thornton, de férreas convicciones morales en las que el compañerismo, la amistad y el hacer lo que considera correcto se sobreponen a cualquier otro tipo de valor. Por el contrario, Mitchum está excelente como el sheriff J.P. Harrah, ofreciendo un recital interpretativo como el hombre que ha perdido su dignidad personal por culpa de un desengaño amoroso y cae en la bebida. En este caso, el humor es una características más importantes que aporta a este personaje, ya que el guión ha tratado de minimizar la tensión de un argumento cargado de violencia contenida. Además, su devoción por las mujeres se ve desde el principio en las escenas compartidas con Wayne y Charlene Holt, que interpreta a una comprensiva y sensual Maudie, cuyo amor platónico por Thornton parece impedir una posible relación con Harrah. James Caan, en uno de sus primeros papeles, se muestra contenido en sus gestos faciales pero aporta energía a un personaje joven, con mucha impulsividad; de una manera similar, Michele Carey da la contrapartida femenina a este personaje interpretando a la impulsiva hija de los MacDonald. Arthur Hunnicutt repite un papel similar al interpretado en Río de Sangre (1952) del propio Hawks, dando un contrapunto sarcástico y poniendo al resto de personajes en su sitio cada vez que abre la boca. El resto del reparto, con secundarios de gran nivel (Paul Fix, Edward Asner...), aporta consistencia a un largometraje que tiene pocos puntos débiles a nivel interpretativo.



El humor es una de las constantes de la película (El Dorado, 1967).


En resumen, El Dorado es una película extremadamente entretenida en la que se aúnan calidad técnica y artística, a pesar de contener un gran número de estereotipos dentro del “western”. En IMDB (http://www.imdb.com/title/tt0061619/?ref_=nv_sr_1) la valoran con un 7.6/10 tras la votación de 19555 usuarios de esta base de datos. En mi opinión, solo la oportunidad de ver a Wayne y Mitchum juntos ya merece sobradamente la pena.


Calificación global: 91/100

sábado, 16 de septiembre de 2017

Hud, El Más Salvaje Entre Mil (Hud, 1963)

         Tras un par de películas en común, el director Martín Ritt y el actor Paul Newman establecieron una sinergia especial que trasciende la pantalla y nos permite ver alguno de los mejores trabajos interpretativos del actor norteamericano. Es el caso de la película que nos va a ocupar hoy y que se suele encuadrar dentro del género del “western”, con el que tiene puntos en común, pero que muestra de una manera muy hábil el conflicto generacional y el sentimiento de rebeldía e individualismo que se respiraba en los Estados Unidos de ese momento. Hoy nos vamos a enfrentar a...



Hud, El Más Salvaje Entre Mil




Ficha técnico-artística:

Título original: Hud.

Año de producción: 1963.

Director: Martín Ritt.

Producción: Irving Ravetch, Martín Ritt.

Guión: Irving Ravetch, Harriet Frank Jr. Basado en la novela de Larry McMurtry.

Fotografía: James Wong Howe.

Montaje: Frank Bracht.

Música: Elmer Bernstein.

Reparto: Paul Newman, Melvyn Douglas, Patricia Neal, Brandon De Wilde, Whit Bissell, Crahan Denton, John Ashley, Val Avery, George Petrie.

Género: Drama / Western.

Nacionalidad: Estados Unidos.

Duración: 107 minutos.



Sinopsis:

El honesto y trabajador ranchero tejano Horner Bannon tiene un conflicto con su hijo Hud, un hombre sin escrúpulos, egoísta, arrogante y egocéntrico que se ha hundido en el alcoholismo tras matar de manera no intencionada a su hermano en un accidente automovilístico. La intensidad del conflicto entre ellos se hace insostenible cuando la muerte de una de sus reses se revela como producida por una grave enfermedad contagiosa que les obliga a deshacerse de todo su ganado.


Trailer de la película.


Comentario:

Habitualmente calificada como un “western”, esta película se rebela como un drama sin concesiones en el que individualismo y codicia terminan triunfando sobre los principios de honestidad y convivencia. Esto se puede ver como un conflicto generacional simbólico entre el pasado de Estados Unidos (personificado por Melvyn Douglas) y el futuro del país (personificado por Paul Newman).

Paul Newman caracterizado como Hud (Hud, 1963).


A pesar de que el rodaje solo duró 4 semanas, el equipo técnico logró sacar el máximo partido a las localizaciones en exteriores de Texas. Sin embargo, si hay algo que merezca ser destacado sobremanera en esta película son las excelentes interpretaciones de los tres actores principales: Paul Newman, Melvyn Douglas y Patricia Neal. Si bien el resto de intérpretes está más que correcto, la labor de Newman como protagonista no deja lugar a dudas de que estamos frente a uno de los mejores actores del cine norteamericano, que domina perfectamente el lenguaje corporal y que es capaz de adueñarse de una escena con su presencia. En esta película concretamente, es capaz de ser odioso, seductor, ingenioso, sensible y duro al mismo tiempo y sin necesidad de exagerar sus expresiones. Un anti-héroe que se convirtió en referencia para la juventud del momento y que enlaza con la parte oscura de los personajes rebeldes interpretados por James Dean la década anterior. Por otra parte, Melvyn Douglas da muestras de una potencia interpretativa inusitada en su carrera y que le hizo merecedor del Óscar al mejor actor de reparto. ¿Qué decir de Patricia Neal? Sublime en su papel de asistenta en el rancho, sensible a la vez que curtida en la vida; ¿cómo no? Se llevó el Oscar a la mejor actriz ese año. A destacar también el papel de Brandon De Wilde como el nieto, que admira a Hud pero adora a su abuelo.

Enfrentamiento entre Newman y Douglas (Hud, 1963).

Patricia Neal y Paul Newman (Hud, 1963).


Entre los aspectos técnicos, además de una dirección hábil y un guión potente y bien estructurado, destaca sobremanera la excelente fotografía en blanco y negro de James Wong Howe en la que el gran contraste (cielo y suelo blancos y sombras totalmente negras) acentúa el dramatismo y la dureza de las secuencias, logrando además mucha profundidad al iluminar desde el suelo los planos. El propio director de fotografía comentó que había tratado de darle un tono de “western” al film, y recibió un Oscar por el impresionante trabajo realizado.

Newman se atreve con la cámara (Hud, 1963).

Para completar el tono del film, los encuadres están muy bien pensados y logran ampliar o minimizar el espacio narrativo de acuerdo a las exigencias del guión, creando situaciones agobiantes no solo con lo que los actores dicen si no también con la planificación visual, además de captar de manera excelente el magnífico trabajo de lenguaje corporal realizado por todos los intérpretes.

Newman, Douglas y De Wilde (Hud, 1963).

Como ejemplos de planificación, me gustaría destacar la secuencia del sacrificio del ganado, rodado en un travelling en contrapicado con cortes para enfocar a las reses y a planos medios de los protagonistas principales. Se podría suponer que esta secuencia simboliza el fin de una época y el comienzo de un nuevo orden.

Excelente muestra de la potencia interpretativa de Melvyn Douglas (Hud, 1963).

Otro excelente ejemplo es la escena en la que Hud trata de violar a Alma, el personaje interpretado por Patricia Neal. El empleo de una iluminación que acentúa el contraste entre los claros y oscuros impone una enorme fuerza expresiva, así como el montaje que da viveza al conjunto de la acción. Esta secuencia contrasta enormemente con el ejemplo que os pongo a continuación y en la que se destaca el lenguaje corporal de los actores a través de planos medios y pocos cortes.
Duelo interpretativo entre Newman y Neal (Hud, 1963).

En resumen, Hud es una película de extraordinaria calidad técnica y artística que muestra la dirección que iba a tomar el cine norteamericano menos complaciente con el público. En IMDB (http://www.imdb.com/title/tt0057163/?ref_=nv_sr_1) la valoran con un 7.9/10 tras la votación de 16209 usuarios de esta base de datos. Quizá sea la mejor colaboración entre Newman y Ritt, pero esto es solo mi opinión.

Hud a caballo (Hud, 1963).


Calificación global: 89/100

miércoles, 19 de julio de 2017

El Perro Rabioso (Nora Inu, 1949)

Akira Kurosawa es el director oriental más famoso dentro del mundo occidental, quizá debido a que sus películas, aunque poseen un estilo anclado en la tradición de su país, han sido capaces de orientarse al mercado internacional en cuanto a temática y puesta en escena. El realizador cuenta con varias obras maestras en su filmografía (Rashomon, Los Siete Samuráis, Yojimbo, etc.). Sin embargo, su carrera no despegó de la noche a la mañana y algunos de sus primeros largometrajes dejan entrever las claves del porqué de su éxito entre nosotros. La película que vamos a comentar hoy es una de las primeras muestras del genio del realizador nipón. Hoy nos dejaremos atacar por...

El Perro Rabioso


Ficha técnico-artística:
Título original: Nora Inu.
Año de producción: 1949.
Director: Akira Kurosawa.
Producción: Sôjirô Motoki, Akira Kurosawa, Senkichi Taniguchi, Kajirô Yamamoto.
Guión: Ryûzô Kikushima, Akira Kurosawa.
Fotografía: Choshiro Iskii, Asakazu Nakai.
Montaje: Tosió Gotô, Yoshi Sugihara.
Música: Fumio Haysaka.
Reparto: Toshirô Mifune, Takashi Shimura, Keiko Awaji, Eiko Miyoshi, Reikichi Kawamura, Isao Kimura, Ichirô Sugai, Masao Shimizu, Noriko Sengoku.
Género: Thriller / Drama social.
Nacionalidad: Japón.
Duración: 122 minutos.

Sinopsis:
En un Japón devastado por la guerra, la corrupción y la violencia campean a sus anchas. Al joven detective Murakami le roban su revólver en un autobús y pronto se descubren asesinatos cometidos con balas que provienen de esta arma. Desesperado y avergonzado, Murakami intenta recuperar la pistola sin éxito. La ayuda del veterano detective Sato le permitirá dar caza al culpable...

Tráiler de la película (Nora Inu, 1949).


Comentario:
Como he mencionado anteriormente, el cine de Kurosawa ha sido muy apreciado en Occidente; probablemente debido porque entre sus influencias se pueden rastrear los nombres de grandes realizadores británicos y estadounidenses como John Ford, Orson Welles o Alfred Hitchcock. Esto, junto a haber encontrado un lenguaje propio que combina estas influencias externas con la tradición de su país generan un estilo ágil a la vez que contemplativo y un tanto exótico.
La película que nos ocupa hoy se presenta como una peculiar muestra de cine negro con estructura de “buddy movie” en la que dos policías de diferentes generaciones se combinan para recuperar el arma perdida por el más joven de la pareja y, simultáneamente, atrapar al ladrón del revólver y evitar que siga delinquiendo. Como podéis apreciar, no es un tema muy japonés si no que se podría encontrar ambientado en cualquier lugar del mundo.

Mifune y Shimura como los detectives protagonistas (Nora Inu, 1949).


Si bien es cierto, Kurosawa combina este tema con la presentación de un Japón (simbolizado por la ciudad de Tokio) devastado tras la Segunda Guerra Mundial y en el que se aprecian claramente los efectos negativos de la contienda. Este contexto permite al realizador japonés mostrar aspectos costumbristas de su país, en el que se dan cita tradición milenaria y modernidad (y cosmopolitismo, ¿por qué no?). Además, emplear protagonistas de dos generaciones le da juego para confrontar ambas situaciones: el detective veterano es un tipo familiar con mucha experiencia en su trabajo mientras que el joven es un solitario que no parece tener claro en qué lugar se encuentra. Claro que para conseguir este objetivo se necesitan excelentes interpretaciones, como las que en este caso proporcionan Mifune como detective novel y Shimura como veterano policía. A ello se une la retahíla de intérpretes secundarios, en especial Keiko Awaji como una “femme fatale” muy diferente al arquetipo del cine negro americano, que conforman un universo particular que refleja la dualidad estilística en la que se mueve el excelente realizador japonés.

Aspectos costumbristas en un Japón devastado por la guerra (Nora Inu, 1949).


En cuanto a la parte técnica del film, me gustaría destacar la ambientación y la puesta escena que están muy logradas y que demuestran que Kurosawa ya había alcanzado una madurez estilística digna de elogio y que despuntaría al año siguiente con Rashomon. Sin embargo, quiero dejar claro que aún se pueden rastrear claras influencias (Hitchcock) como en la secuencia inicial del robo del revólver en el autobús. Tanto esta secuencia como la del tiroteo en la cabina telefónica del hotel o la persecución final demuestran el excelente uso de los ambientes (tanto cerrados como abiertos) así como un envidiable dominio del montaje y la planificación. Todo ello dota de un ritmo vivo al film, especialmente en su parte final. En este sentido, uno de los bajones del film, en mi opinión, es la secuencia que se desarrolla durante el partido de béisbol y en la que la gradación del suspense se produce a un ritmo excesivamente lento.

Excelente empleo de los claroscuros en este peculiar cine negro (Nora Inu, 1949).


A pesar de esto, el film cuenta con otros hallazgos como el mostrar de manera casi neorrealista el debate entre tradición y progreso que vive Japón durante la época. En un excelente blog, (http://johannes-esculpiendoeltiempo.blogspot.com.es/2012/10/el-perro-rabioso-nora-inu-1949-de-akira.html) podemos tomar las ideas principales de las que se nutre el film de Kurosawa, como el dilema moral en el que se mueve el protagonista de la cinta ya que, como el ladrón del revólver, es un joven excombatiente que, una vez finalizada la guerra, no tiene nada y debe salir adelante. ¿Por qué unas personas eligen un camino y otras el contrario? Esta dualidad se muestra claramente en la secuencia final de la persecución y que podemos disfrutar en su integridad en YouTube.

Secuencia de la persecución final (Nora Inu, 1949).


Policía y criminal, dos caras de la misma moneda (Nora Inu, 1949).

En resumen, El Perro Rabioso es una película sumamente interesante que muestra el buen hacer de un director que aún no tenía 30 años y que ya dominaba los resortes de un arte al que daría excelentes obras. En IMDB (http://www.imdb.com/title/tt0041699/?ref_=nv_sr_1) la valoran con un 7.9/10 tras la votación de 11793 usuarios de esta base de datos. Es cierto que no es el mejor largometraje de Akira Kurosawa, pero ya muestra lo que estaba por llegar...

Calificación global: 80/100

viernes, 26 de mayo de 2017

Sangre Sabia (Wise Blood, 1979)

John Huston es considerado uno de los mejores directores del cine “clásico” estadounidense gracias a obras maestras de la talla de El Halcón Maltés, El Tesoro de Sierra Madre, La Jungla de Asfalto o El Hombre que Pudo Reinar. Sin embargo, ciertos sectores de la crítica minimizan su importancia dentro de la historia del cine Hollywoodiense. En cualquier caso, su carrera posee varios títulos un tanto olvidados pero de gran interés por numerosos motivos. Este el caso de la película que vamos a comentar hoy y que muestra el lado oscuro del “American way of life”...
 

Sangre Sabia

 
Ficha técnico-artística:
Título original: Wise Blood.
Año de producción: 1979.
Director: John Huston.
Producción: Michael Fitzgerald, Kathy Fitzgerald.
Guión: Benedict Fitzgerald, Michael Fitzgerald (basado en la novella de Flannery O’Connor).
Fotografía: Gerry Fisher.
Montaje: Roberto Silvi.
Música: Alex North.
Reparto: Brad Dourif, Ned Beatty, Harry Dean Stanton, Daniel Shor, Amy Wright, Mary Nell Santacroce.
Género: Drama social / Comedia negra.
Nacionalidad: Estados Unidos.
Duración: 108 minutos.
 
Sinopsis:
Ambientada en el sur de los Estados Unidos, narra cómo un hombre regresa del servicio militar y, tras su encuentro con un predicador ciego (que no lo es en realidad), decide dedicarse a predicar, creando la “Iglesia Sin Cristo”.
 
Tráiler de la película (Wise Blood, 1979).
 
Comentario:
Desde los títulos de crédito, estampas del sur estadounidense llenas de mensajes religiosos y filmadas en blanco y negro, con numerosos errores ortográficos ya podemos apreciar el tono pesimista de la película que nos disponemos a presenciar.
 
Detalle de los títulos de crédito (Wise Blood, 1979).
 
Basada en la novela homónima de Flannery O’Connor (https://es.wikipedia.org/wiki/Flannery_O%27Connor) que se ambienta en el sur de Estados Unidos, esta película nos muestra un retrato de perdedores. De hecho, ninguno de los personajes es capaz de escapar de una sociedad enfermiza y en decadencia que trata de aferrarse a una serie de valores que semejan impuestos de antemano más que verdaderamente creídos por los propios personajes. Aquellos que logran sobrevivir ante esta situación son los farsantes y timadores, mientras que los personajes “honestos” consigo mismos son atrapados en una espiral de autodestrucción. El guión es desesperanzador y acentúa la soledad y la alineación en la que viven los personajes. Asimismo muestra las contradicciones de una sociedad en decadencia, en búsqueda de valores y, sobre todo, de fe y refleja la cara oculta del sueño americano.
La película es muy pesimista, pero constituye una apuesta valiente por parte de un director septuagenario (Huston contaba 73 años cuando la dirigió) y que no tenía nada que demostrar al mundo del cine, salvo que todavía podía abordar temas polémicos y desbancarse de una industria que apostaba por la comodidad en sus producciones.
 
Brad Dourif como Hazel Motes (Wise Blood, 1979).
 
A nivel técnico, destaca que se ha rodado en exteriores prácticamente en su totalidad y con una patente escasez de medios. Ello acentúa su aspecto descuidado, a pesar de contener escenas logradas como la secuencia inicial en la que Hazel Motes (interpretado por Brad Dourif) regresa a su pueblo de origen tras su servicio militar en Vietnam para comprobar que ya no existe ningún resto de su pasado familiar y que la mayor parte de los jóvenes del pueblo se han ido a la ciudad escapando de un futuro incierto... para encontrar otro no menos negro. Las imágenes muestran la soledad y la desolación del personaje, así como el guión acentúa su desconcierto y sus propias contradicciones.
 
Secuencia inicial de la película (Wise Blood, 1979).
 
En este sentido, cabe destacar que la fotografía muestra las carencias presupuestarias del film ya que nos encontramos con secuencias en las que la imagen y la iluminación están muy logradas (sin ir más lejos la secuencia inicial del film) junto con otras en las que la iluminación es plana y la profundidad de color es escasa como, por ejemplo, cuando el personaje de Daniel Shor roba la momia en miniatura del museo. Estos contrapuntos cómicos del guión (como el robo que acabo de mencionar) parecen demasiado absurdos en su tratamiento visual y no se integran bien en el tono triste y trágico del film. Si bien, Huston muestra su conocimiento del cine incluso en estos momentos tratándolos como las comedias clásicas de Chaplin, Keaton y Lloyd en los años 20.
Esto nos lleva a hablar del reparto, un tanto desigual ya que Brad Dourif como protagonista muestra una gran fuerza expresiva en su mirada pero sobreactúa en muchos momentos (quizá esto sea intencionado). Ned Beatty, a pesar de ser el segundo en aparecer en la lista de actores durante los títulos de crédito, aparece en un breve papel y es un actor que da la impresión de interpretar siempre al mismo tipo de personaje. Daniel Shor, a pesar de su empeño, se encarga del personaje más anacrónico del film lo que no le favorece. Amy Wright está excelente en su papel de joven hija de un falso predicador y logra expresar perfectamente el patetismo de su personaje. Harry Dean Stanton caracteriza a un farsante de una manera excelente, adueñándose de las escenas en las que aparece. Especial mención merece Mary Nell Santacroce interpretando a la casera, a pesar de lo breve de sus intervenciones es capaz de mostrar numerosas emociones, destacando la soledad y desesperanza en la que vive su personaje.
 
Amy Wright y Harry Dean Stanton como dos farsantes (Wise Blood, 1979).

Ned Beatty trata de aprovecharse del tirón de Brad Dourif (Wise Blood, 1979).
 
Otros aspectos a destacar incluyen la música sureña que acentúa las situaciones que se muestran en pantalla y el montaje que es capaz de capturar escenas de diferentes tonos tanto visuales como narrativos y conjuntarlas de manera efectiva. También podemos hablar de simbolismos, de hecho, algunos estudiosos de la obra de Huston, como Marcial Cantero en su libro dedicado al cineasta norteamericano (Cátedra, 2003) menciona que el destartalado coche del protagonista constituye una metáfora del que ve más allá de la apariencia de las cosas. Finalmente, la planificación de las secuencias demuestra la experiencia y el buen hacer de Huston, por ejemplo el travelling final que posee una fuerza expresiva enorme y nos deja muy mal sabor de boca.
 
El desequilibrio psicológico de Hazel Motes (Brad Dourif) le conduce a la autolesión (Wise Blood, 1979).
 
En resumen, Sangre Sabia es una película “extravagante, exagerada y bizarra” en palabras de mi hermano tras haberla visto, yo añadiría que es una apuesta valiente por parte un director septuagenario que prueba que aún tenía cosas que ofrecer a un público que, por desgracia, se estaba acomodando cada vez más. Tiene bastantes puntos débiles pero también posee secuencias de gran fuerza expresiva y un mensaje nada complaciente que invita a la reflexión. En IMDB (http://www.imdb.com/title/tt0080140/?ref_=nv_sr_1) la valoran con un 7.2/10 tras la votación de 3870 usuarios de esta base de datos. Es cierto que no es, ni mucho menos, el mejor largometraje de John Huston, pero me gustaría que le dierais una oportunidad (la podéis encontrar en YouTube).
 
Película completa (Wise Blood, 1979).
 
 
Calificación global: 77/100

viernes, 31 de marzo de 2017

La Tierra Prometida (Ziemia Obiecana, 1975)


Tras la última serie de entradas sobre películas más o menos clásicas, me gustaría volver a la idea de partida de este blog comentando un film que, quizá, sea menos conocido por el gran público a pesar de poseer un estatus de cine de calidad y prestigio internacional. Hoy voy a hablar de una película que es considerada como la mejor del cine polaco y que posee muchos elementos que la hacen sumamente interesante. ¿Preparados para la búsqueda de...
 

La Tierra Prometida

 
Ficha técnico-artística:
Título original: Ziemia Obiecana.
Año de producción: 1975.
Director: Andrzej Wajda.
Producción: Tadeusz Kosarewicz.
Guión: Andrzej Wajda (basado en la novella de Wladyslaw Stanislaw Reymont).
Fotografía: Waclaw Dybowski, Edward Klosinski, Witold Sobocinski.
Montaje: Zofia Dwonik, Halina Prugar.
Música: Wojciech Kilar.
Reparto: Daniel Olbrychski, Wojciech Pszoniak, Andrzej Seweryn, Anna Nehrebecka, Franciszek Pieczka, Bozena Dykiel, Kalina Jedrusik, Andrzej Szalawski, Jadwiga Andrzejewska.
Género: Drama social / Político.
Nacionalidad: Polonia.
Duración: 139 minutos.
 
Sinopsis:
Un pueblo polaco crece en poco tiempo hasta convertirse en uno de los mayores centros textiles. Las condiciones de los trabajadores son muy inseguras y el capitalismo se muestra en su versión más cruda y despiadada. En este contexto, tres amigos (un polaco, un judío y un alemán) juntan su capital para montar una fábrica. La película muestra su búsqueda de la fortuna desprovista de cualquier escrúpulo.
 

 
Contrastes económicos y de clases sociales (Ziemia Obiecana, 1975).
 
Comentario:
El cine polaco vivió una época de gran esplendor artístico a través de los trabajos de directores como Roman Polanski o Krzysztof Kieslowski que le proporcionaron un soplo de aire fresco al cine europeo y que, más adelante, desarrollarían sus trabajos en Reino Unido, Estados Unidos y Francia, escapando del régimen político comunista imperante en su país. Sin embargo, su cine bebe en muchos sentidos del gran Andrzej Wajda, que sentó unas bases estilísticas mediante sus trabajos de los años 50 del siglo pasado como Kanal (1957) o Cenizas y Diamantes (Popiól i Diament, 1958), que fueron aclamados por crítica y público en reconocidos festivales internacionales. Si bien, después de estos éxitos, el maestro polaco pasó unos años en los que espació más sus trabajos.
A mediados de la década de los 70, Wajda volvió a la carga con el largometraje que nos ocupa hoy y que es considerado, por buena parte de la crítica, como la mejor película de la historia del cine polaco. Quizá esto sea mucho decir, pero desde el comienzo del film podemos apreciar que estamos frente a una obra magna y de gran envergadura.
La historia se basa en una de las novelas menos conocidas del premio Nóbel polaco Wladyslaw Stanislaw Reymont (https://es.wikipedia.org/wiki/W%C5%82adys%C5%82aw_Reymont), que narra el comienzo y auge del capitalismo en su país así como la deshumanización provocada por el ansia de riqueza y poder. El propio Wajda se encargó de adaptar la novela a la pantalla, a pesar de que él mismo indicaba que se trata de un libro aburrido pero que versaba sobre un tema de extraordinario interés para él... algo que se nota en el cuidado por el detalle y la planificación de los decorados.
 
Los tres amigos celebrando el poder montar una fábrica (Ziemia Obiecana, 1975).
 
De hecho, un importante punto a favor de este largometraje (y tan largo, pues en su versión original tenía una duración de 179 minutos, que se han visto reducidos a 139 en su reedición) es el empleo de localizaciones reales en Lodtz, el pueblo donde se desarrolla la historia que narra el film. En el momento del rodaje, la arquitectura de este pueblo no había cambiado mucho y se conservaba una buena cantidad de fábricas y edificios de la época recreada, que permitieron otorgar a la película una sensación de realismo que se ve acentuada por la cuidadosa puesta en escena y el esmero puesto en el vestuario de los actores y, en general, en todo el diseño de producción.
Además, el empleo de grandes angulares permite reforzar la sensación de grandeza, por llamarlo de alguna manera, y la de vacío, puesto que se dejan grandes espacios libres en los planos y se deforman las dimensiones de los mismos. Al principio puede que nos choque este hecho un tanto antinatural pero, creedme, el aspecto visual de la película es increíblemente bueno y está muy logrado, además de enganchar desde el comienzo. Si combinamos esto con un excelente dominio del movimiento de cámara (uso de grúas, zooms, travellings...) y de la posición en la que esta se coloca para distanciarnos de lo que sucede dentro del plano o acercarnos a los personajes, nos tendremos que rendir a la maestría y el control del medio fílmico que posee el genio polaco.
 
Los mismos personajes convertidos en nuevos magnates (Ziemia Obiecana, 1975).
 
Por ejemplo, en la secuencia en la que el personaje principal (excelentemente interpretado por Daniel Olbrychski) se dedica a supervisar el trabajo en la fábrica, tenemos un resumen de lo comentado hasta el momento: un travelling de seguimiento en ligero contrapicado, que nos permite apreciar la arquitectura de la fábrica mientras seguimos al personaje, en el interior se continúa el travelling pero a la altura del pecho del personaje aproximadamente, se combinan las posiciones de cámara en planos y contraplanos a lo largo del travelling, etc., esto nos permite observar las duras e infrahumanas condiciones laborales que soportan los obreros dentro de la fábrica y la deshumanización del personaje principal, así como la importancia del color en esta película. Otra breve secuencia nos permite apreciar el cuidadoso detalle de la decoración y el mimo observado en la puesta en escena, así como nos sugiere la falta de escrúpulos del personaje principal que no duda en que “el fin justifica los medios”.
 
Interesante secuencia con grandes hallazgos técnicos (Ziemia Obiecana, 1975).
 
Excelentes decorados y ambientación (Ziemia Obiecana, 1975).
 
Siguiendo con otros aspectos técnicos, la fotografía e iluminación son fantásticas y aportan profundidad a las escenas. El montaje, también excelente, crea un ritmo narrativo que no agobia ni por su rapidez ni por su lentitud, lo que es muy de agradecer en una película de semejante duración. El guión no es nada condescendiente si no que es duro, sin compasión; si bien tiende a tomar partido por las clases oprimidas (no olvidemos de que se trata de un drama social), nos las muestra también con muchos defectos por lo que no nos permite simpatizar completamente con ellos. Además, el guión nos muestra cómo el ansia de poder y de riqueza elimina, prácticamente, todo rasgo de humanidad en los personajes y, finalmente, todos ellos son negativos, a excepción de la prima del protagonista (muy bien interpretada por la bella Anna Nehrebecka).
 
En el materialismo reinante también podemos encontrar algún idealista (Ziemia Obiecana, 1975).
 
No podemos olvidar el estupendo trabajo de todos los actores y, en especial, del trío protagonista: Daniel Olbrychski, Wojciech Pszoniak y Andrzej Seweryn. Los dos primeros realizan, incluso, un guiño directo a la cámara en dos momentos puntuales del film y que, por una parte, nos distancian de lo narrado pues los actores se dirigen directamente a nosotros, los espectadores, y, por otra parte, nos hacen cómplices de su increíble interpretación (por ejemplo, a 1 hora y 50 minutos de duración, tenemos un guiño de Wojciech Pszoniak).
El film fue nominado a los Óscar como mejor película de habla no inglesa pero no consiguió hacerse con la estatuilla... y es que competía, nada más y nada menos que, con Dersu Uzala (1975) del maestro japonés Akira Kurosawa. Sin embargo, se llevó el premio a la mejor dirección en el Festival Internacional de Cine de Moscú, la Espiga de Oro en el Festival de Valladolid, y ganó cuatro premios en Festival de Cine Polaco (mejor actor para Wojciech Pszoniak, mejor diseño de producción, mejor banda sonora y mejor película).
En resumen, La Tierra Prometida (también conocida como La Tierra de la gran promesa) ofrece una visión despiadada del capitalismo y de la explotación del trabajador así como de la falta de escrúpulos en gente con ansias de riqueza y poder. Todo ello narrado de una manera excelente y con un aspecto visual muy atractivo. En IMDB (http://www.imdb.com/title/tt0072446/?ref_=nv_sr_2) la valoran con un 8.0/10 tras la votación de 2221 usuarios de esta base de datos. Afortunadamente, podemos gozar de este largometraje en su versión original a través de YouTube.
 
Película completa (Ziemia Obiecana, 1975).
 
 Calificación global: 87/100